Ir al contenido principal

En defensa del "amarillismo" y "sensacionalismo" para la cobertura del COVID-19

Foto: Telemundo San Antonio, sobre el hospital de Las Américas, en Ecatepec.
En los últimos días he leído a muchas personas quejándose de los medios que están publicando historias de personas que son víctimas de COVID-19; incluso he leído a uno que otro tachando de "alarmistas" a los que hacen énfasis en la cifra de casos acumulados y en el porcenaje de letalidad que tiene esa enfermedad en México.

Y como a mí me encaaaannnnnta hacer amigos, voy a defender eso que muchos han tachado de amarillismo y sensacionalismo. 

Antes que nada, tenemos que hablar acerca del privilegio de estar informados. Así como la pobreza, la "ignorancia" no es nomás porque la gente no quiere dejar de experimentarla.

De acuerdo con el INEGI, en México hay 4.75 millones de analfabetas; esto es el 5.5 por ciento de los habitantes de este país. El porcentaje aumenta dramáticamente si hablamos de personas que, quizá sí saben leer, pero no cuentan con la capacidad de comprender un texto.

Y no, amigos; esto no es culpa de la "gente ignorante". Es culpa de un sistema que lleva décadas apostando por ser país productor de mano de obra barata, pero bieeeen aguantadora. Ya sé, ese es un tema aparte, aunque no hay que perderlo de vista para contextualizar.

Ese porcentaje de poca o nula comprensión lectora aumenta aún más cuando hablamos de temas científicos abordados desde una óptica más técnica que humana (saludos, doctor López-Gatell).

Para ser sincero, yo estoy gratamente sorprendido de tener contactos en mis redes sociales que se jactan de entender al dedillo todo lo que el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del Gobierno de México (hoy convertido en el vocero encargado de informar la situación del COVID-19 en el país) intenta explicar todo los días de 7 a 8 pm.

De verdad, me emociona leer la vehemencia con la que defienden y repiten las palabras del doctor. 

Me hacen sentir que he elegido como "amigos" a un grupo de personas que tienen una formación académica privilegiada en este país y me gusta la idea de poder aprender mucho de ustedes, ya que yo soy un simple periodista que aún debe créditos de la licenciatura y cuya titulación se ve cada vez más lejana. En fin, esa es otra historia.

Después de felicitarlos por su capacidad de comprender temas tan complejos y de incluso tener el valor moral de burlarse y tachar de ignorantes y poco preparados (y hasta poco interesados) a los reporteros que cuestionan a López-Gatell, tenemos que hablar de esos, los que no entienden.

Me queda claro que ustedes ya tienen muy entendido que la pandemia es un tema real y estamos enfrentando una enfermedad que mata, que es cruel, que es está provocando dolor, sufrimiento y mucha impotencia en quienes la han padecido y en sus familiares.

Ustedes ya toman las precauciones necesarias para no contagiarse, para no contagiar a los demás. Se cuidan, cuidan a los suyos y cuidan a los demás. A ustedes: gracias.

Sin embargo, si asomamos la mirada a las calles, lejos de la pantalla de nuestro teléfono celular y computadora, nos enfrentamos a una realidad muy diferente.

Allá están los que no han entendido las conferencias del nuevo crush de México; quizá ni siquiera saben en dónde las pueden ver, porque el gobierno federal ha lanzado campañas muy musicales para que aprendamos a lavarnos las manos, pero ni un comercial para decirle a la gente que a las 7 pm en canal 11, canal 14 y canal 22 de tv abierta se transmite de forma integra una conferencia diaria con información oficial.

Ok, supongamos que sí la ven. También supongamos que han visto los mensajes claros y contundentes sobre quedarse en casa. Va. 

Si vemos las noticias de los últimos días, algo encontramos: la estrategia de comunicación no ha funcionado, porque en las localidades de clase media baja para abajo, la gente sigue en la calle; paseando, haciendo fiestas, preparando el festejo del 10 de mayo.

Y también tenemos que recordar que la gente de la clase media alta para arriba no entendió el mensaje de evitar reuniones y viajes de alto riesgo. Comprendieron hasta que comenzaron a enfermarse. Acá un ejemplo: https://bit.ly/3fiJpDB

Allá afuera y sin Susana Distancia está toda esa gente convencida de que "el covi" no existe. Convencida de que los doctores matan a los pacientes con una inyección. Y la nueva: convencida de que hay médicos sacando líquido de rodillas a cambio de 100 dólares y disfrazando la cifra de muertos por desrodillamiento como víctimas del coronavirus.

Esa gente ahí está, existe, son muchos más de los que podríamos imaginarnos y es menos chistoso de lo que se lee.

¿Saben cuando van a entender que COVID-19 es una enfermedad real y letal? Cuando se contagien, cuando sientan el dolor insoportable de garganta y cabeza, cuando estén desesperados por no poder inhalar una bocanada de oxígeno que les sepa a esperanza de sobrevivir.

Y seguro ahora ustedes están pensando "AOC, pero... ¿para que sirve contar historias de víctimas de COVID-19?" 

Sirve para que esa gente no espere a sentir la muerte de cerca para convencerse de que la enfermedad es real.

Cuando en la tele ven/en el radio escuchan/en la prensa leen que un hombre o una mujer que se parece a ellos, a nosotros; se viste como ellos, como nosotros; habla como ellos, como nosotros, es una forma de acercarlos a una realidad que no queremos que vivan.

Para eso también es el periodismo, amigos. Para darle rostro, nombre y rasgos característicos a una problemática que en las conferencias disfrazan de números que pocos mexicanos entienden.

¿Cómo hacer para que los que no creen en esa enfermedad cambien su manera de pensar? Acercándolos a ese padecimiento sin arriesgarlos al contagio.

Enseñándoles historias reales y demostrándoles que detrás de la sonrisa de López-Gatell hay un virus provocando muertes crueles, dolorosas y muy repentinas.

Para eso sirve eso que llaman "amarillismo" y "sensacionalismo".

Para eso también sirve hacer énfasis en que día tras día aumenta el número de contagios y que la cifra oficial de casos confirmados se ve ampliamente superada por la cifra de personas contagiadas reales, esa cifra que nadie conoce y que con modelos matemáticos el vocero busca descifrarnos.

Sí, el "sensacionalismo" le apuesta a mostrar la cifra más alta, porque si se mostrara en portada el optimismo de la cifra de casos "activos", habría aún más personas en la calles, escépticas. 

¿Qué son poquito más de 6 mil casos en un país de 120 millones de habitantes?

Por eso, queridos, se hace el trabajo sucio de escribir, narrar, grabar, tomar fotos, arriesgar el pellejo por estar cerca de una historia y poder tener el testimonio de quien sintió como se le iba la vida sin siquiera permitirle tener un último suspiro.

Aunque no lo crean, eso que llaman amarillismo y sensacionalismo a la hora de cubrir una pandemia también va a salvar miles de vidas.

Ustedes, los que ya tienen muy claro el tema de la gravedad de lo que vivimos, pueden leer y consumir otro tipo de artículos.

Disculpe la incomodidad que la realidad que se vive en este país le esté causando.

Comentarios

Otros visitantes también leyeron esto:

Calaverita para #Viajefest

Como a una caña

Miedo a ser feliz