Hace no mucho le dije a un par de personas que mi objetivo de vida era conseguir que mis días se fueran en atender u ocuparme de algún negocio propio —algo relacionado a los alimentos, probablemente— y sentarme a escribir cada que me diera la gana.
La idea es tener un ingreso que me dé de comer y otro que me haga sentir orgulloso de tener depósitos bancarios gracias a lo que mis dedos logran escribir, aunque sea de forma atropellada.
Esa es mi utopía de manutención personal y familiar, si es que en algún momento de la vida logro dar los pasos necesarios para dejar la soledad y compartir los días con alguien más. O algo así.
Para conseguirlo, tengo muy claro que el dinero es necesario y ese no se consigue por generación espontánea.
Un trabajo estable que me ayude a pagar la renta, uno que otro vicio y además me permita ahorrar un poco es algo imprescindible.
Ese actualmente lo tengo y no me quejo.
Bueno, a veces sí me quejo, pero entiéndanme, nací justo en medio de los años que delimitan a los odiosos millennials, esos que todos detestan porque siempre quieren cosas diferentes. Fuchi.
Perdón por nacer.
Perdón por nacer.
Para llegar a cumplir la utopía no se necesitan sólo dinero y estabilidad; lo más importante, según yo, es tomarse en serio el sueño.
El asunto del negocio gastronómico es un complemento necesario, pero no deja de ser eso: complemento.
Pueden ser dorilocos —si es que cuando consiga llegar a ese punto, la exótica botana de frituras, verduras y cueritos sigue de moda—, una fonda de comida económica, un local con opciones culinarias más sofisticadas o incluso otro tipo de establecimiento.
Ya se verá.
Lo verdaderamente importante es labrar el camino para que todos los días tenga las ganas y el tiempo para escribir sin cansarme.
Ese es el objetivo.
Escupir letras, darles forma y sentir que alguien más experimenta sentimientos gracias a ellas.
Ese es el objetivo.
Escupir letras, darles forma y sentir que alguien más experimenta sentimientos gracias a ellas.
Eso quiero.
Escribir lo que me venga en gana, cuando me venga en gana.
Y justo eso es lo que requiere un mayor trabajo y compromiso de mi parte.
No es imposible, por eso lo llamo utopía.
Sí es complicado, por eso lo llamo utopía.
Pero también sirve como inspiración, supongo.
Después de un septiembre lleno de cosas extrañas (que tendré que desahogar en otro texto), decidí comenzar octubre con un paso encaminado a la utopía y por eso es que este humildísimo blog ya tiene un dominio propio.
Este es un primer experimento y, como tal, merece un poco de cariño e inversión.
Desde el primer minuto de este mes lo que antes fue "http://elhumildisimoblog.blogspot.mx" se transformó en "www.elblogdechomarelo.com".
El siguiente paso es la constancia.
De la calidad mejor ni hablamos, ya ven que luego me sale pura cochinada.
Pero Aquí nos leemos.
Y sí, estoy loco, ¿ustedes?
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