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Por salud mental

La última vez que escribí algo para publicarlo en este humildísimo blog fue hace más de un año.

Estaba a pocos días de cumplir 25 años.
Desempleado. 
Ya había algunos síntomas de desesperación recorriendo mi cabeza. 
La idea de vender dorilocos parecía cada vez más sensata.

En esos días difíciles me volví experto en limpiar la estufa, 
perfeccioné mis habilidades culinarias, 
intenté -sin éxito- escribir décimas, 
vi de principio a fin The Office.

También me convertí en un maestro de la peligrosa práctica de sentir como la persona más cercana a alguien que estaba a casi 700 kilómetros de distancia. 
Supe lo que era vivir entre el cascajo de una torre de sueños guajiros y chaquetas mentales.
Estaba aferrado a algo que no existía.

Pasaba por tiempos complicados en los que el insomnio me provocaba las peores pesadillas,
esas que dan mientras estás despierto, 
en completa oscuridad, 
rodeado de incertidumbre 
y una sensación constante de fracaso.

Todo lo escribía. 
No todo lo publicaba.

El 6 de agosto del 2016 decidí, 
por salud mental, 
escribir sólo lo estrictamente necesario. 
No dejar que por los dedos se me escurrieran los sentimientos. 
No quería seguir embarrando letras manchadas de miseria en textos que ni yo terminaba de entender.

Poco más de un año después, las cosas cambiaron.

Cumplí 26.
Tengo un trabajo que consiste en escribir y hacer que otros escriban.
Los textos tienen objetivos muy concretos. 
Ahora no me siento acompañado por nadie. 
Ni de cerca ni de lejos. 
Solo de a de veras.

De los escombros en los que viví aún quedan algunas piedras y sigo respirando polvo, 
pero ya tengo libres los brazos para volver a levantar más torrecillas de sueños guajiros y chaquetas mentales.
Qué más da. 
Ahora experimento episodios de frustración y sigo teniendo miedo. 
Miedo a todo.
De vez en cuando se me van las ganas. 
Supongo que es normal.
Ya ni sé.

Lo que sí sé es que tengo que volver a hacer esto.
Lo soñé.

Siempre confío en las cosas que sueño.
 
Una vez soñé que México le ganaba 3-1 a Corea del Sur en el mundial, y sí pasó.
Una vez soñé que atropellaban a mi papá, y sí pasó.
Una vez soñé mi pez Panchito se iba a morir, y sí pasó.
Una vez soñé que tenía muy cerca a la persona que estaba lejos, y eso no pasó.
Una vez soñé que mi mamá me encontraba muerto en la cocina, y eso no pasó.

3-2
Por eso confío.

"Por salud mental, tienes que escribir algo más allá de tu trabajo", 
soñé que me decía mi psicóloga.

Por salud mental, después de más de un año, volví a publicar aquí.

Ojalá lo haga con constancia.



Y sí, estoy loco, ¿Ustedes?*

*Pensaba en dejar de escribir esa última línea, pero todos los textos de este humildísimo blog terminan así. De vez en cuando me gusta conservar tradiciones. 

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