Nos sobra cobardía

Tengo tantas palabras atoradas en los dedos que cada vez se me complica más el escribir en las pantallas touch screen de celulares y tabletas.

Tengo tantas palabras que se han regresado de la punta de mi lengua y se quedaron atoradas en la garganta, que hasta ronquera he tenido.
 
Tantas cosas que he querido decir y he disfrazado con gestos que ni yo entiendo. 

Me gusta pensar que tal vez, en mi camino, encontraré personas con poderes mágicos que puedan descifrar mi gesticulación y mis silencios. Ya comprendí que si ni yo logro traducirlos, va a estar muy complicado que alguien más lo haga.

Hoy, mientras viajaba de regreso a casa, me quedé dormido y desperté con el terrible miedo a morir con todo eso guardado. 

Puede ser que ese inesperado sentimiento de pánico haya sido provocado porque lo primero que vi fue el canal de la compañía, lugar tristemente célebre porque ahí se han encontrado varios cuerpos de hombres y mujeres en avanzado estado de descomposición. 
 
Ah, mi bonito Ecatepec.

Puede ser.

Pero también puede ser que haya sido un recordatorio repentino de que cuando menos lo esperas, la vida se va a esfumar. 

Cuentan que las personas que dejan pendientes en vida, cuando mueren vuelven en forma de fantasmas a penar porque les faltó tiempo.

Yo creo que nunca falta tiempo; lo que falta es valor y nos sobra mucha cobardía.

Cuando muera, no quiero estar en esta dimensión causando escalofríos ni rogando porque me escuchen. 

Es momento de aprovechar que sé escribir (aunque mi letra sea horrenda) y que tengo voz. ¿O no? 

Yo digo.

Y sí, estoy loco, ¿Ustedes?

(PD: Hace mucho tiempo no pasaba por acá. Prometo ser más constante, O al menos intentarlo. Creo que este, mi humildísimo blog, se lo merece)