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La historia de mi vida

Aquella clase en la que se nos pidió elaborar un texto sobre el catorce de febrero, en específico sobre el amor y el curioso proceder del ser humano, me pareció una tarea bastante sencilla, digo ¿quién no ha tenido una experiencia con ese sentimiento?

Recuerdo perfectamente la cara de algunos de mis compañeros; parecía que les habían dado la peor noticia de sus vidas y yo, la verdad, no comprendía su malestar.

Al día siguiente comprendí el porqué de sus rostros desencajados; desde ese día me la pasé pensando en qué historia de desamor contar y por mi mente pasaron todas y cada una de ellas; incluso pensé en compartir con ustedes la que estoy atravesando justo en estos momentos, pero no me atreví. Estuve deprimido todo el tiempo que me tardé en decidirme a hacer esto.

Pensé en abortar la misión, pero justo cuando me volvía a colocar en posición fetal para seguir llorando, llegó a mi cabeza la palabra que define todos mis fracasos amorosos; ese maldito anglicismo que me ha hecho sufrir tantas veces… así que decidí escribir un poco de ella, una de las peores enemigas del amor: -me gusta pensar que aquí suena un redoble para imprimirle nervio al asunto- la friendzone.

Es imposible negarlo, todos hemos sido o somos víctimas o victimarios de ese mal que se ha encargado de romper miles… no, perdón, millones de corazones. Si tu respuesta es “no, jamás”, no te preocupes, tarde o temprano te pasará.

La “friendzone” o “zona del amigo” es cuando te gusta alguien, le empiezas a hablar y esa persona, lejos de sentir una atracción hacía ti, te convierte en su amigo…. O peor aún, en su mejor amigo.

 Ok, no es tan malo ser amigo o mejor amigo de una persona que te gusta o te llegó a gustar en algún momento de tu vida, suponiendo, claro, que no eres tan estúpido como para sentirte atraído por personas que tienen una apariencia física bastante llamativa, pero no conoces absolutamente nada de su forma de ser, de pensar, de comportarse… vaya, suponiendo que tienes más de 15 años, pues.

Lo que quiero decir es que si esa persona provocó que tu sistema límbico –lugar donde, según múltiples estudios, es en dónde se originan las sensaciones humanas, como el amor… y también las adicciones- segregara ciertas sustancias y se despertara en ti la necesidad de estar con ella, es porque seguramente tiene un algo que congenió contigo, que te llamó la atención, que te “movió”. 

Es clásico el “ay, es que eres súper lindo y me caes increíble, pero es que ahorita no quiero nada con nadie… pero, o sea, sí te quiero… como amigo”. ¡CRASH!

Lo peor no es eso, lo peor es que aceptas ser su amigo, porque piensas que al final del día, estarás a su lado, compartirás momentos, la conocerás más, te divertirás con ella… vaya, no es tan malo ser el amigo.

Pero ¿apoco no es como una patada en las gónadas que te platiquen de sus actuales parejas, de sus futuros ex o de aquellos con los que quisieran cumplir sus más bajos deseos? –nunca he entendido eso de “bajos deseos” pero se lee bastante bien y por eso lo ocupo-

¡Claro que duele! Los feos también tenemos sentimientos y sufrimos más que los guapos, básicamente porque ellos son guapos, pero nosotros somos feos.

Pero te resignas, así te tocó nacer, vivir, crecer y, probablemente, con un chispazo de suerte, te reproducirás. Si no, morirás y ya.


El consuelo que te queda es aquel que te dan tus amigas de verdad, “tienes muchas cualidades, ya llegará la que sepa valorarte” y te la crees. Aunque, muy en el fondo, sabes que eso es algo que seguramente inventó un feo para consolar a los que son de su misma especie. A los feos como yo que vivimos condenados a vivir en la friendzone.

(Este texto -y el anterior- fue una tarea, me gustó lo que salió y por eso lo comparto por acá)

Y sí, estoy loco, ¿Ustedes?

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